Con la crisis de resultados cerrada y el equipo creciendo en su juego, el Ademar quiere dar otro paso al frente este fin de semana. Será en Cangas en un partido que se ha repetido muchas veces y casi siempre con victoria leonesa, pero que por primera vez se va a disputar con los cangueses colocados por encima de los leoneses en la clasificación. Será una ‘batalla’ como todas las que se libran en O Gatañal. Una cancha que viendo el balance de victorias y derrotas parece favorable a los leoneses, pero que un día fue maldita, aunque fuera hace 20 temporadas. Ha pasado mucho tiempo, pero hay partidos que son complicados de olvidar.
En aquel Ademar ya jugaba García Vega y estaba Cabero, hoy responsable de la parcela deportiva en la directiva ademarista. Casi 20 años han pasado desde entonces. Fue en la temporada 1994-95. El Ademar era un recién llegado a la Liga Asobal después del épico ascenso del año anterior, en una caótica temporada en lo económico, pero inmaculada en lo deportivo.
Después de una liga de altibajos, aquel equipo que dirigía el televisivo Jordi Alvaro pudo evitar el descenso directo, pero quedó abocado a la lucha por la permanencia. Cayó contra el Alcalá de los Guijosa, Juan Pedro Jiménez o Demetrio Lozano en el primer ‘match ball’, así que quedaba jugarse los cuartos con el Cangas, el mejor de los equipos de Primera que no habían conseguido el ascenso directo.
La eliminatoria pintaba bien, aunque el equipo llegara sumido en un final caótico que había dado con Jordi Álvaro destituido y su segundo, un joven Isidoro Martínez aterrizando en el banquillo apenas una semana antes de jugarse la permanencia a cara o cruz.
En O Gatañal, un pabellón estrenado apenas un par de años atrás, esperaba un ambiente cargado, como el que siempre hay en la cancha gallega. Los leoneses parecían muy superiores con Biro y el actual entrenador del Barça, Pasqui, en la portería; con Lamarca, Hermida o Carlos Álvarez como estrellas y en el que estaban los leoneses Buján, Cabero, Publio, García Vega y hasta un juvenil que apuntaba alto, Héctor Castresana. Enfrente, un equipo joven en el que empezaban a brillar Dasilva o Soliño y en el que jugaba el leonés Peñacoba, con Modesto Augusto Sanjuán como entrenador.
Pronto se vio que no iba a ser sencillo. Los locales mandaban casi siempre y la ventaja aún pudo ser mayor al final del partido. Los jugadores leoneses se quejaron de la calidad de los balones, de la poca luz que había en el pabellón, de la condensación… Mil disculpas porque lo que les pudo fue la presión y el ambiente creado en aquella caldera de la península del Morrazo. Muchas explicaciones para aquella derrota (26-22) en el duelo que abría la eliminatoria en la cancha gallega.
Aquellos cuatro goles parecían remontables en León. Quizás no se haya vuelto a llenar nunca más el Palacio para un partido de balonmano como lo estaba en aquel partido de vuelta. Ese año apenas iban 1.500 espectadores al Palacio, pero aquel día hubo 7.000 y más de un millar se quedaron fuera. Todo estaba de cara para el Ademar, pero los nervios siguieron atenazando al equipo y un arbitraje desastroso hizo el resto para llevar el duelo a un marcador final de 20-17 después de más de dos minutos de agónico ataque del Ademar para lograr el gol que valía la permanencia y que nunca llegó para desesperación de la plantilla y de un Isidoro Martínez que tendría años después la oportunidad de sacarse la espina de aquella eliminatoria y demostrar que es uno de los mejores entrenadores de España.
Un descenso ademarista y repesca posterior por la desaparición del Alzira que dio paso a la edad de oro del Ademar. Desde aquella repesca O Gatañal ha vivido 14 visitas ademaristas con 12 triunfos leoneses, un empate y sólo una victoria gallega. Un buen balance que tratarán de mejorar aún más los actuales jugadores del equipo leonés, alguno de ellos, como Biosca, Rodrigo o Jaime, aún no habían nacido aquel mes de mayo de 1995, y media docena más estaban dando sus primeros pasos. Esta semana vivirán en sus carnes el ambiente de O Gatañal, aunque con el reto de que el resultado sea muy diferente al de aquel mayo del 95.